Mujeres visibles: Elena Martínez de Madina Salazar

Elena Martínez de Madina se licenció en Filología Vasca en la Universidad del País Vasco. Forma parte de Euskaltzaindia, la Real Academia de la Lengua Vasca, en la comisión de onomástica desde 2013.

Lleva más de 20 años dedicada al Onomasticon Vasconiae, obra que investiga y establece la forma adecuada de los nombres de pueblos, concejos, barrios, calles, zonas industriales, ríos, casas…

Elena Martínez de Madina trabaja especialmente la toponimia de la ciudad de Vitoria y de 63 entidades jurisdiccionales municipales; como ella misma dice: «Me dedico a quitar el polvo a los nombres olvidados, que, a veces están escondidos debajo de los actuales». Martínez de Madina dispone de un inmenso corpus de topónimos que abarcan desde finales del siglo XV hasta el XX propiedad de Euskaltzaindia.

El pasado 7 de junio el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y Euskaltzaindia han presentado un acuerdo de colaboración entre ambas instituciones, recientemente renovado, y un nuevo volumen de toponimia histórica del término municipal de Vitoria-Gasteiz. En este caso Toponimia de Vitoria, Arratzua III.

La investigación que estudia los topónimos de la antigua merindad de Arratzua se ha completado con este tercer volumen de la serie. En este caso, el trabajo se ha centrado en siete localidades: Ilarratza, Jungitu, Libunau/Lubiano, Matauku, Oreitia, Uribarri Arratzua / Ullíbarri Arrazua y Zerio.

Elena además ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas, imparte conferencias y colabora habitualmente en El Correo Español-El Pueblo Vasco con artículos de opinión.

En una entrevista concedida a El Correo en 2018 sobre los nombres de las calles afirmaba «Las calles no dejan de ser un reflejo del mundo donde vivimos, como ocurre con las listas al Congreso. Y no es un hecho aislado, el problema es mucho más profundo», la abismal diferencia entre sexos en la señalética, etiquetada como un micromachismo más, quizás el más público de todos, «es un tema generalizado en las ciudades».

La jerarquía urbana relega a las mujeres a vías secundarias y “perdidas”. Estamos desaparecidas en la historia, no aparecemos en los libros», comenta. Y, como consecuencia, tampoco en el callejero. En los barrios más jóvenes se ha intentado acortar distancias entre ellos y ellas desde la señalética.

 

“La lengua es uno de nuestros instrumentos para poder expresar el pensamiento y raciocinio[…]El cambio vendrá cuando en vez de decir ‘voy al médico’, se diga ‘voy a la médica’, o ‘la cirujana dice que me tiene que operar’. Cuando las niñas digan quiero ser bombera, presidenta, ingeniera, banquera, chef”

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